Aún estamos en Enero, pero en pocos días comenzará la cuenta atrás que se inicia con La Llamada, y en el pensamiento de muchos el deseo de que la lluvia nos permita disfrutar plenamente de todos los desfiles. Durante esos días los procesionistas miramos las nubes con cierta desconfianza cuando las vemos aparecer mientras prestamos especial atención al parte metereológico.
No podemos evitar pensar en la lluvia que nos sorprendió el año pasado en plena procesión del Encuentro. Quienes desfilamos con el Cáliz esa madrugada pudimos llegar formados y casi sin que se mojaran nuestros trajes a Sta. María, pero al ver desde el interior de la iglesia cómo la lluvia caía con intensidad no podíamos dejar de pensar en los que aún estaban en plena procesión, aunque tampoco podíamos imaginar en aquel momento que esa misma noche no desfilaríamos debido a las previsiones de fuertes lluvias y granizo.
Y si duro es ver cómo una procesión tiene que disolverse, también lo es no poder salir y dejar la capa colgada en casa, pero al igual que protegemos a la gente que queremos, lo lógico es querer también proteger nuestras imágenes de ser dañadas.
Al final no llovió, ni granizó, pero si hay que demostrar valentía para sacar una procesión con una fuerte amenaza de lluvia, también es fruto de la valentía decidir no salir para proteger lo que tanto esfuerzo y trabajo durante muchos años y generaciones de marrajos hicieron posible tener el patrimonio que heredamos, y del que ahora somos nosotros responsables de legar a los futuros cofrades.
